Errar es humano, rectificar es de sabios.

En la entrada anterior decía que «adios a la UTIG de Málaga». Antes de escribir esa entrada estuve preguntando a varias personas, leyendo diversos foros, e incluso escribí al servicio «Salud Responde» del Servicio Andaluz de Salud para cerciorarme de que la UTIG de Málaga ya no estaba en funcionamiento,  o, al menos, no funcionaba de la manera que lo estaba haciendo antes. Después de que varias personas, por activa y por pasiva, me dijeran que no, que ya estaba la cosa arreglada, unos días después de escribir esto, empezaron a llegarme informaciones contradictorias.

Al parecer, la UTIG sigue funcionando, y lo sigue haciendo con un régimen de autorización, en vez de con un régimen de autonomía, como debería. Alguien me ha comentado que lo que hacen es exigir a los pacientes que firmen una solicitud de atención psicológica, y si no la firman, la endocrina no les atiende. No sé si será verdad. Si alguien está yendo en estos momentos (julio de 2015) a la UTIG de Málaga, le agradecería mucho que escribiese y arrojase algo de luz sobre el asunto.

La cuestión es que las personas trans de otras comunidades autónomas ya pueden ir a otros médicos endocrinos (a los de las correspondientes UAPT provinciales), pero la UAPT de Málaga sigue siendo la misma mierda de UTIG que ha sido repetidamente denunciada por realizar prácticas ilegales, y que sigue realizándolas porque es lo que les mola.

Las personas trans de Málaga, por supuesto, podrían elegir ir a otro endocrino, y de hecho, los médicos de familia no tienen ningún problema en derivarlas a otros médicos endocrinos que no son la UTIG, si los usuarios del sistema lo solicitan. El problema es que, cuando estas personas llegan a la consulta del endocrino, este les dice que no sabe atenderles, y les rebota hacia la UTIG.

Así que el próximo paso en Málaga tiene que ser conseguir que los otros endocrinos empiecen a dar tratamiento a las personas trans. Igual que le dan tratamiento a las personas cis. Sin ninguna excusa: las terapias hormonales para personas trans se encuentran incluidas en el currículo universitario de la especialidad de endocrinología. De esta manera, la endocrina y las psicólogas de la UTIG de Málaga dejarán de tener poder, porque sus consultas estarán vacías (u ocupadas únicamente por aquellas personas que creen que es necesario que otra persona les diga lo que deben hacer con su cuerpo, que también las hay y son muy respetables mientras no nos lo quieran imponer a los demás).

Endocrinos del SAS, las personas transexuales necesitamos vuestra ayuda. Puede que vosotros penséis que sois unos incompetentes que no podéis recetar un tratamiento hormonal con testosterona, o estrógenos y antiandrógenos, a pesar de que lo habéis estudiado en la universidad, pero yo confío en vosotros. Yo sé que no sois tan imbéciles como vosotros pensáis. La carrera de medicina, y la especialidad en endocrinología, son muy difíciles y no están al alcance de alguien que no tenga, al menos, dos dedos de luces.

Endocrinos y endocrinas de Málaga en particular y de Andalucía: sois personas fantásticas y podéis hacer cosas increíbles. No sois los incompetentes que nos decís que sois. Ha llegado el momento en que os comportéis como auténticos profesionales y empecéis a ayudar a que las personas trans podamos tener una buena vida. Veréis que somos pacientes muy agradecidos, y que con vuestro trabajo haréis algo bueno por otros seres humanos.

A parte de recordar a los endocrinos que no son idiotas, sino profesionales muy competentes y cualificados, creo que se podría llevar a cabo varias tácticas para conseguir que las personas trans de Málaga puedan elegir ser atendidas por otros endocrinos que no sean de la UTIG.

Táctica 1ª. Escribe a los diputados del Parlamento Andaluz, al Consejero de Sanidad y al Secretario de Sanidad denunciando el incumplimiento de la Ley Trans de Andalucía por parte de los profesionales de endocrinología de Málaga.

Táctica 2ª. Pide que todo se te de por escrito. Si tienes que firmar una solicitud de atención psicológica en la UTIG, pide una copia. Si la endocrina te niega el tratamiento porque tienes que tener primero un diagnóstico psicológico, pídele que te lo diga por escrito. Si se niega, o graba la conversación con tu teléfono móvil (no hace falta que te escondas ni nada, simplemente saca la grabadora, y no te levantes de la silla hasta que haya dicho «no te voy a recetar nada». Cuanto más violenta se ponga para intentar echarte de la consulta, mejor). Si el endocrino te deriva a la UTIG, pídele que te de una carta escrita con los motivos. Es necesario reunir pruebas materiales de lo que está ocurriendo.

Táctica 3ª. Sería bueno organizar cursos para endocrinos del SAS sobre tratamientos para personas trans. Se trataría simplemente de hacerles conocer la Ley 2/2014 de no discriminación por razón de identidad de género, y de refrescarles la memoria respecto a cuales son los tratamientos más adecuados. Esto podría organizarse desde las Universidades, desde el colegio de médicos, o desde la Junta de Andalucía. También puedes escribir a estas organizaciones proponiendo la organización de dichos seminarios.

Finalmente, siempre te queda la opción de empadronarte en Granada, o de ir adelantando tiempo por lo privado, mientras las ineptas trabajadoras de la UTIG de Málaga intentan decidir si pueden o no pueden darte un tratamiento al que tienes derecho por ley.

Reconozco que no es mucho lo que se puede hacer. Es bastante deprimente ver que, al final, la Ley trans de Andalucía ha acabado teniendo un efecto tan limitado. Sigue siendo mejor que nada, pero es mucho peor de lo que podríamos haber llegado a conseguir.