Aunque no lo parezca, yo también tengo sentimientos. He aprendido a controlarlos, porque me da muchísimo miedo mostrarlos, pero están ahí.

No intento entablar una relación con cualquier persona. Incluso me permito rechazar a las personas que no me gustan, y este es un tema clave: debo aprender a que los demás también pueden rechazarme a mí si no les gusto. Eso no significa que no me duela igualmente.

Cualquier motivo para rechazar a una persona que no te gusta es bueno. Basta con que no sientas deseo hacia esa persona, o que el deseo se acabe por algún motivo.

Hasta ahora, siempre que me había gustado alguien, le decía directamente que soy transexual. Pensé que si todos sabíamos lo que hay, no me harían perder el tiempo, ni yo se lo haría perder a esas personas. Sin embargo, no las cosas no parecen funcionar así. Cuando le digo a una persona que me atrae que soy transexual, en seguida me coloca la etiqueta de «persona no follable». Me deja jugar a que ligamos. Hasta me sigue el rollo, porque a lo mejor en el fondo hasta le gusto y todo. O a lo mejor es al revés: en la superficie, le gusto. En el fondo, tiene miedo de mantener relaciones sexuales conmigo.

Por una vez, me gustaría poder ser «una persona normal», y no tener que estar luchando contra los prejuicios de la gente. Por una vez me gustaría saber como es ser un hombre. En el fondo, toda esta historia, los más de tres años de blog, empezaron por ahí. Así que conocí a una chica que me gustaba mucho, y decidí conscientemente, no decirle que soy transexual.

Le oculté una información que todos sabemos que es importante. Yo sé que es importante. Quienes leeis aquí, seáis trans o no, sabéis que es importante. Al mismo tiempo, fui yo mismo todo el tiempo. Sin embargo, cuando le dije que soy transexual, se sintió como una tonta. Dice que la he engañado. Dice que no le importa que sea transexual, lo que le importa es que le he engañado.

En realidad, sí le he engañado. Porque yo, precisamente yo, estoy orgulloso de ser trans (no transexual, sino trans a secas, transgénero, género fluido). Estamos hablando de mí, no de otro. Otros sí se consideran «hombres como otros cualquiera». Yo no. Yo no tengo una identidad masculina, no la he tenido nunca, y no creo que vaya a tenerla en el futuro. Mi identidad es puramente trans.

En realidad, no la he engañado. Soy un hombre, y soy el hombre que le he dicho que soy. Si en verdad no le importa el hecho de que tenga o no tenga pene, o el sexo que me asignaron al nacer… Si es cierto que no tiene ningún problema con que yo sea transexual ¿Por qué considera que le he mentido?

Creo que considera que le he mentido, en primer lugar porque ella también miente. Porque seguramente, en algún rincón de su mente, algo le gritaba con repugnancia que estaba tonteando con un transexual. Creo que, en alguna parte de su ser, estaba pensando que si hubiese tenido toda la información, tal vez no habría hecho algunas de las cosas que había hecho. Ella creía que yo era un hombre con todas las cosas en su sitio, y ahora no sabe ni lo que soy. Con la información que le he dado (no ha querido saber nada más allá de que soy transexual, estaba muy ofendida conmigo), es imposible ni siquiera que sepa de donde a donde transito. ¿De hombre a mujer o de mujer a hombre? Tiene el 50% de posibilidades de acertar. No decir que soy transexual es mentir porque significa ocultar información importante. La he obligado a tontear con una persona a la que tal vez ni siquiera sea capaz de desear. Estoy seguro de que mucha gente reacciona igual si lleva un tiempo ligando con una persona que va en silla de ruedas y no lo sabe.

Creo que también considera que le he mentido porque, ante la sociedad, mi identidad como hombre es una ficción. Es un teatro de lo políticamente correcto, donde la mayoría hace como que piensa que soy un hombre de verdad, pero en la que son muy pocos quienes lo piensan de verad. Aceptan barco, como animal de compañía, porque si no lo aceptan saben que yo lo paso mal, y me siento insultado, me angustio, o me enfado, o todas esas cosas y más al mismo tiempo. No les cuesta mucho trabajo seguirme la corriente. No decir que soy transexual es mentir, porque significa hacer creer a la otra persona que soy un hombre de verdad.

Pero es que, en mi caso, es cierto que la identidad auténtica es una identidad transexual.

A veces, escribo cuentos. Escribí uno para ella. En mi cuento, el protagonista es un demonio que es expulsado del infierno a la tierra, con la misión de enamorarse y luego regresar. Cuando llega la hora de volver al infierno, él le confiesa a ella que es un demonio, y ella le dice que no le importa lo que sea, porque le quiere como es. Yo le había dicho que yo soy el demonio. Cuando lo leyó, le gustó muchísimo, y me dijo que ella era la protagonista de la historia. No soy el único aquí que ha mentido. Ella también me mintió a mí, o quizá, simplemente, ni siquiera se había parado a imaginar lo que haría si de verdad le ocurriese. Porque ese tipo de cosas no ocurren. Igual que no ocurre la transexualidad.

Escribí la historia porque me dijo que le gustan las historias con finales felices. Yo le iba a responder que no puedo escribir finales felices, porque no sé como son, ya que para mí nunca ha habido uno. Sin embargo, no se lo dije. Imaginé un final feliz para ella, y con ella.

No, no digo que ella haya hecho mal y yo bien. Ni que ella haya hecho bien, y yo mal. En las historias reales, no hay ni buenos, ni malos. Ella tenía todo el derecho del mundo a ofenderse, o a rechazarme. Creo que yo también tengo todo el derecho del mundo a intentar no ser rechazado. Todos hacemos las cosas lo mejor que sabemos, y ya está.

Voy a seguir imaginando finales felices, aunque sólo sea para que hagan felices a otros. Quizá a base de imaginarlos, algún día consiga uno para mí (aunque lo empiezo a dudar seriamente), o tal vez mi destino en esta vida es conseguir para otros lo que no puedo lograr yo. A partir de mañana, y durante las próximas semanas, iré publicando la historia, poco a poco, en mi otro – semidesierto- blog, ser y parecer.

Mañana será otro día.