Parece que tengo que trabajar hasta el más mínimo aspecto de mi personalidad, y de la forma de relacionarme con el resto de las personas. Ahora toca con la sexualidad.

Pensé (ay, inocente) que era una cuestión bastante sencilla. No tengo grandes problemas relacionados con el sexo. Mi orientación sexual me ha resultado siempre tan natural, tan sencilla, que no ha requerido ningún tipo de elaboración. Me gusta todo tipo de personas, excepto las muy masculinas y las muy femeninas, y esto se debe simplemente a que las personas que están muy pendientes de desempeñar correctamente su rol de género, dedican demasiado tiempo a ello, y se vuelven aburridísimas y predecibles. Lo «bueno» de los roles de género, es que te ahorran pensar, ya que todo comportamiento está más o menos previsto. Lo malo es que te impide pensar.

Al margen de esto, mis experiencias sexuales han sido muchas, variadas, diversas, con múltiples parejas… aunque con algunas restricciones: sólo he estado con hombres y mujeres heterosexuales o bisexuales, de raza blanca, y, en el 99% de las ocasiones, actuando yo en el papel de mujer. Eso sí, siempre me había considerado bastante satisfecho con mis experiencias sexuales, a pesar de que me sintiese fuera de lugar en el papel que me tocaba.

Desde que inicié mi transición, he estado con muy pocas personas (muy, muy pocas), pero no me voy a quejar por ello, ya que, después de pasar bastante tiempo protestando, he llegado a un punto en el que no me queda más remedio que admitir que uno de los principales motivos de mi soledad es que en realidad tampoco quiero estar con nadie. Como me dijo una vez una amiga, tengo puesto el cartel de «en obras» y estoy esperando a que las obras acaben.

Pues bien, quizá las obras están a punto de terminar, y empiezo a preguntarme qué voy a hacer con las instalaciones una vez terminadas. Y es difícil, por muchos motivos. En primer lugar porque me cuesta trabajo admitir que, a pesar de que creía ser una persona muy deshinibida sexualmente, tengo un montón de cuestiones reprimidas que necesito liberar. En segundo lugar, porque el sólo hecho de admitir esto me ha supuesto un gran esfuerzo: reconocerse a uno mismo que se ha estado engañando es bastante duro, ya que, por una parte te sientes estúpido por haberte dejado engañar, y por otra parte, te sientes mal por haber estado contando mentiras. En tercer lugar, porque no encuentro referencias a las que agarrarme. De la sexualidad en los cuerpos no binarios, se habla muy poco, en muy pocos lugares, y quienes sí se atreven a hacerlo, lo hacen desde una perspectiva reivindicativa que, si bien es necesaria (hablaré de ellos después), a mí no me resulta útil en el plano personal.

¿Qué referencias puedo tener? Me gusta la pornografía en la que intervienen personas transexuales, pero una gran parte de esta simplemente muestra a las mujeres trans como un fetiche. Bueno, al resto de hombres y mujeres que aparecen en cualquier película porno, también se les trata como fetiches. La pornografía es ficción, y hay que entenderla como tal… con ciertas prevenciones de las que voy a hablar en seguida. El post porno, es de muy difícil acceso (al menos para mí, que no soy capaz de encontrar producciones post porno de libre distribución en la red), y las pocas veces que  ha llegado algo de eso a mi pantalla, me resultaba tan normativo y alejado de mi realidad como la pornografía normal.

Al final, un día que alguien me preguntó qué es lo que busco, me quedé sin saber qué responder. No tengo ni idea de qué es lo que busco… porque no sé lo que me gusta. Ni siquiera sé qué puedo hacer con mi cuerpo. Todas mis experiencias con otras personas han quedado sesgadas por los prejuicios de esas personas, y mi falta de seguridad en mi mismo me ha impedido reconducirlas hacia un juego más abierto, más tranquilo, más libre y más divertido.

Mis experiencias con mujeres hetero han estado bien. Ellas pueden verme como hombre, sin reparos. El problema es que hay partes de mi cuerpo que se niegan a tocar. Con el pecho, todavía se animan, pero los genitales… parece que es ir demasiado lejos. No obstante, es mucho más de lo que he conseguido con otro tipo de personas.

Sobre mujeres lesbianas, y mujeres y hombres trans, no puedo escribir, puesto que mis intentos de ligoteo han sido tan escasos que carezco de información para ello. No es que no me atraigan, es que casi siempre que me encuentro con ellas y ellos  es en lugares en los que el intento de ligue está completamente fuera de lugar (al menos a mi parecer) y claro, así no hay modo.

Alguna vez me he topado con hombres heteros y «bisexuales» (en chats. Sí, a veces entro en chats). Lo primero es que no saben lo que es un hombre trans, pero su ignorancia suele ser tan profunda, que aunque se lo expliques con pelos y señales, e incluso un pequeño diagrama, siguen sin coprenderlo. Para ellos transexual = hombre que parece una mujer, con tetas gordas, y dispuesta a cumplir todas sus fantasías sexuales. Esta imagen se la debemos al cine porno convencional (esa es una de las reservas que mencionaba antes, y las otras son de tipo similar), que muestra a las mujeres trans como unas adictas al sexo increiblemente versátiles, con una orientación sexual  hacia todo lo que se mueva, y sin ningún límite. Por eso creo que está muy bien, y es muy necesario, que se reivindique la sexualidad de los cuerpos no binarios, y se rompan los estereotipos, y se presuma de lo mucho y bien que se folla, e incluso que se hagan películas post-porno en las que los límites suelen ser muy evidentes. Para que se vea que a nosotrxs también hay cosas que nos gustan, y cosas que no estamos dispuestxs a hacer.

Superada la ignorancia casi infinita y los diversos filtros de percepción que los hombres heteros y «bisexuales» suelen llevar puestos, el siguiente paso es asumir, de forma natural, que yo soy, al fin y al cabo una mujer, y que estoy dispuesto a ejercer con ellos un papel femenino/pasivo. El tercer paso es explicarles que están equivocados (hasta el máximo que sus abotargados cerebros puedan aprehender), y despedirme. Ahí no hay nada que hacer.

Finalmente están los gays y bisexuales, que generalmente rechazan de plano cualquier relación que tenga que ver, ni remotamente, con una persona trans. A veces los que son «bisexuales» y «activos» hacen lo que he explicado en el párrafo anterior. Los pasivos opinan que me falta una característica muy importante para resultar aceptable (el pene, obviamente), y el resto creo que pasan de «cosas raras». De cualquier modo, parece que los hombres gays que me he ido encontrando han sacado todos sus clichés sexuales de películas porno de lo más binarias, así que no puedo ofenderme especialmente porque no piensen en mí como una persona. Alguien que te define con dos o tres preguntas (¿edad? ¿activo o pasivo? ¿tienes pluma? ¿estás en el armario?) obviamente sólo busca satisfacer su apetito sexual del mismo modo rápido y artificial que el que va al McDonalds a comerse una hamburguesa. Y, por absurdo que parezca, hay mucha gente que va al McDonalds, aunque las hamburguesas son caras y saben a plástico. ¡Hasta yo voy a veces!

No digo que todo el mundo sea así, pero… todos los que yo me he ido enconrando hasta ahora, sí. Sin excepciones. Espero encontrar las excepciones más o menos pronto. Es más, si alguien está pensando ahora mismo que él o ella no es así, y que estoy siendo injusto, le invito a que se ponga en contacto conmigo.

De todos modos, ya lo he dicho antes: en parte mi soledad es una soledad autobuscada. Alguna vez alguien se ha puesto en contacto conmigo y me ha hecho propuestas potencialmente interesantes, que no he conseguido que me interesasen. Lo achaco a lo que he dicho antes: en realidad, no sé lo que quiero, porque ni siquiera sé qué me gusta, o que puedo hacer.

Así que últimamente estoy practicando yo sólo. Igual resulta un poco patético eso de escribir una entrada de blog de 1500 palabras para explicar que te estás matando a pajas… Por otra parte, a estas alturas creo que ya he escrito aquí cosas mucho más íntimas que esto, así que volverme tímido ahora, no tiene ni pies ni cabeza.

Sí, practico el onanismo con generosidad y entusiasmo, y estoy bastante contento porque estoy epezando a descubrir qué cosas me gustan, y cuales no. Incluso estoy descubriendo que puedo hacer cosas que no creía que pudiese, y que están tan relacionadas con algún rincón de mi personalidad con el que todavía no he conseguido llevarme bien, que casi resulta absurdo. No obstante, no creo que sea el único que siente y busca lo mismo que yo, y tampoco me he impuesto la tarea de autoregañarme por hacer cosas que a cualquier persona normal le parecerán estúpidamente incomprensibles. Así que sigo experimentando, intentando, de camino, autoperdonarme tantos años de autoengaño, a ver si dentro de un tiempo, cuando alquien me pregunté qué busco o qué me gusta, le puedo respnder.