Esta semana he tenido sesión doble de UTIG. Por un lado, el lunes (25 de enero) fui a la psicóloga, la 10ª visita, aunque ya no tiene sentido contarlas, y por otro lado el martes (26 de enero) a la endocrina, para empezar a hormonarme por fin.

Lo de seguir llendo a la endocrina es parte del protocolo. La terapia psicológica se mantiene de manera indefinida, aunque con el paso del tiempo la gente ya no va con tanta frecuencia, sino que aprovechan que tienen que ir a las revisiones endocrinológicas para ir a una terapia de grupo, o algo así. En realidad no tengo muy claro como va, pero la cosa es que hay que seguir llendo a la psicóloga.

Tener que ir a la psicólgoa tampoco es algo que me moleste, porque siempre viene bien tener a alguien que te pueda echar un cable si estás teniendo problemas y no sabes como manejarlos ¿verdad? Ese es el trabajo que debería hacer desde el principio. Por otra parte, deberían dejarnos opción a elegir si queremos terapia psicológica o no, aunque tengo que reconocer que hasta ahora yo nunca le he dicho a Trinidad que no quería ir, o que quería la cita para más tarde. A lo mejor si se lo dijera, no había ningún problema

El caso es que tenía que ir, y fui. Cuando llegué me presentó a su nuevo padawan, que, por cierto, era un chico muy guapo (parece que todos y todas los residentes de psicología lo son, los feos deben suspender la carrera o algo) y me pidió que le contara como me había ido desde la última vez que nos vimos. Le dije que aún no había empezado con las hormonas, que tenía cita con la endo al día siguiente, que había suspendido la oposición, pero tampoco se me había hundido el mundo por eso, y que me había salido trabajo en el extranjero. Yo no sabía si hablarle de este tema o no, y de hecho, aún no quiero hablar de ello por aquí, hasta que no lo tenga resuelto y seguro, pero pensé que tal vez sería bueno tantear un poco el terreno.

Ella me preguntó que donde iba y para qué, y cuando le conté mis planes e intenciones, le pareció muy bien, me animó un montón, y me dio un par de consejos que creo que me van a venir muy bien. Se ofreció a buscar algún medio para que siguiésemos en contacto, aunque fuese a través de internet, y yo salí de la consulta con las pilas super cargadas y más contento que unas pascuas. Es una pena que las cosas no hayan sido así desde el principio… es como debería ser… una persona que te ayude, no una especie de juez con poder de vida y muerte sobre ti.

El día 26, o sea, ayer, fui a la endocrina. También le comenté lo de irme a trabajar al extranjero, pero cuando le pregunté si sería posible que mantuviésemos el contacto o algo, para enviarle datos del seguimiento o que ella colaborase con el médico que buscase fuera, me dijo: «imposible». Lo que me recomendaba era que volviese del extranjero para hacer el seguimiento aquí, porque, en su opinión, donde voy, no hay médicos competentes que puedan llevar este tema (yo sé que al menos uno hay).

Como se puede adivinar, después de eso, la endo estuvo más seca que una esponja en el desierto del Gobi. Me dieron ganas de ofrecerle un All Bran o algo para que se desahogara, aunque no llevaba ninguno encima. Pero me dijo lo que me tenía que decir, me explicó los efectos de la testosterona, lo que debía esperar, me recomendó que no fumara (muy importante, por suerte hace ya años que dejé de hacerlo), no tomara drogas, y alcohol muy esporádicamente, que me apuntase a un gimnasio, y que no coja peso, para que así, al hacer ejercicio, los kilillos de grasa que tengo de sobras se vayan cambian por músculo. La verdad es que la idea de no tener que perder peso, sino sólo mantenerlo, me motiva, y lo de ir al gimnasio también, así que el mes que viene me apunto.

Además, me hizo la primera receta para que comprase la primera dosis ya en la farmacia, un volante para que el médico de cabecera me haga las recetas sucesivas, y un volante para que me inyecte el ATS (no se si se siguen llamando ATS ahora).

Normalmente, encontrar testo es difícil, porque no es un medicamento muy común, así que te lo tienen que pedir, pero se me ocurrió que en las farmacias de alrededor del hospital, quizá tendrían. En la primera a la que fuí, no tenían ni la más remota idea de lo que estaba pidiendo, pero en la segunda, sí que la tenían, así que, sin problemas por esa parte.

Por otro lado, ese mismo día, me encontré en la consulta con un amigo que había vivido en Granada pero que se mudó antes del verano. Me dió mucha alegría, y estuvimos varias horas charlando y poniéndonos al día. De camino me explicó que, si tenía problemas para encontrar la testo, seguramente en la farmacia a la que él solía ir en Granada habría como mínimo una dosis preparada para él. Todo esto fue antes de que me pusiera a buscar en las farmacias de Málaga, así que cuando me puse con ello, estaba bastante tranquilo.

Mientras hablaba con este amigo, me llamó otro amigo que venía de paso para Málaga. Él pensaba que yo estaba en Granada, pero cuando le dije que estaba en Málaga, pues… creo que le vino hasta mejor.

Hay días en que los astros parecen alinearse para bien, y ese era uno de ellos. Mientras estaba esperando a que llegase este segundo amigo, con mi primera dosis de testosterona comprada, y contento por haber hablado con el primer amigo al que había hablado, se me ocurrió que a veces la vida es como una especie de novela en la que uno está deseando pasar la página para ver que ocurre después.

Entre unas cosas y otras, llegué a Granada a las 6 de la tarde. Aparqué el coche, subí a mi casa, dejé los bártulos, y con la misma me volví a marchar al ambulatorio, a ver si había suertecilla y me ponían la inyección ese mismo día. Después de un año y medio esperando, no me habría pasado nada si hubiese esperado al día siguiente, pero por otra parte, después de un año y medio, ya tenía ganas de empezar de una puñetera vez, así que, cansado como iba y todo, tiré para allá.

Lo mejor del caso es que en los ambulatorios hay más gente por la mañana que por la tarde, pero por la tarde también hay gente trabajando. Cuando llegué allí, aquello estaba casi desierto. Tan sólo había un señor, que creo que estaba dándole la brasa a la enfermera, así que la enfermera se alegró de de que llegase yo y así poder tener una esxcusa para terminar con el señor, aunque aún así, tuve que esperar unos minutos. Bah, no me quejo.

Me dió un poco de vergüenza enseñarle el volante, darle el medicamento y demás, pero ella no hizo ningún aspaviento. Me trató con toda normalidad, e incluso estuvo muy maja. La inyección no me dolió nada, en realidad ni me enteré. Me habían dicho que era un poco espesita y que sí que dolía bastante pero… que va. Nada de nada. Teniendo en cuenta que me la tengo que poner cada 18 días, es una alegría.

Ahora, mientras escribo, ya han pasado más de 24 horas desde el primer pinchazo. Los efectos de la hormonación tardan en hacerse visibles y son bastante graduales, en función, entre otras cosas, de cada persona. Sin embargo, yo llevo desde ayer con el cuerpo raro. Tengo las articulaciones como entumecidas, y los sentidos ligeramente embotados, como si me fuese a resfriar o a coger la gripe, pero sin encontrarme mal. Imagino que en parte debe ser autosugestión pura y dura, aunque he oido que a otras personas les ha pasado lo mismo. No es descabellado que me note algo raro… Cuando uno se toma una aspirina, en seguida nota el efecto, así que tampoco es tan raro que se note pronto el efecto de una hormona nueva ¿no? Aunque se note tan sólo por dentro, y no por fuera.

Bah, lo más probable es que sea sólo autosugestión. Además, como no me encuentro mal, tampoco merece la pena darle más vueltas al asunto. También se me ha quitado por fin el persistente dolor de espalda, después de dos semanas, o sea que era de los nervios.

Después de darle vueltas y más vueltas en la cabeza al tema, la verdad es que ahora estoy super contento, y muy tranquilo.