Hace algún tiempo, tuve que pasarme un año en la cama. Tenía unas décimas de fiebre (a eso los médicos le llaman «febrícula»), y ya está. Ningún otro síntoma, ni dolores, ni nada, excepto un gran cansancio, provocado por la propia febrícula, aunque imagino que el exceso de peso que arrastraba entonces (135 kilos) también ayudaba.

Nadie supo por qué tenía esa fiebre, a pesar de que me hicieron pruebas de todo. Hasta que, cuando fui a operarme del estómago, me sacaron la vesícula biliar «de oficio», no porque estuviese mal, sino porque podía llegar a generar piedras, y, total, para lo que sirve… El posterior análisis de mi vesícula descubrió que por el exceso de peso se me había «averiado», y que eso era lo que me provocaba la fiebre.

Ya no volví a tener más febrícula, pero desde entonces, la fiebre me sube con facilidad, a causa del estres o del cansancio. Y ahora llevo 3 días con febrícula (empezando el cuarto día), lo que me preocupa un poco. Para colmo de males, ayer fui a la academia a hacer un examen, y me salió tan mal que si lo hubiese hecho a voleo, no habría tenido tan malos esultados. Lo curioso es que mientas lo hacía, me resultaba fácil…

Leí en un libro que a los ajedrecistas a veces les pasa algo parecido. Empiezan a jugar mal, y no se dan cuenta hasta que les hacen jaque mate. Parece que la cosa tiene hasta nombre y todo. Pero como me pase eso el día del examen de verdad, va a ser una putada.

El problema es que la oposción debió ser el 15 de junio, así que llevo estudiando como si me faltasen 2 meses para examinarme desde el 15 de abril. Pero al final va a ser el 27 de septiembre, y a estas alturas yo ya estoy que no puedo más. Al final me ha dado una pájara. Si fuera un ciclista, ahora me bajaría de la bicicleta y le daría un par de patadas antes de sentarme en el suelo. Pero como no lo soy, me he limitado a guardar los apuntes en su carpeta y a decirle al examen ese que hice tan mal «me cago en tu madre». Lo bueno es que los apuntes no tienen madre, ni orejas para escuchar mis insultos, así que nadie sufre.

Voy a tomarme un par de semanas de «descanso», reduciendo las horas de estudio y ampliando las horas de hacer las cosas que me gustan, para que el último mes pueda volver a tope y sin piedad.

Lo único que me consuela es que, después de haber hablado con mi amiga Vanesa (Samira para los amigos apostoleros) me ha hecho ver que el resto de los opositores van a estar igual que yo. Según su teoría, no hay superhombres. Según mi teoría, sí que los hay, pero tengo la esperanza de que se estén preparando las oposiciones al grupo A (las mías son del grupo D), a judicatura, notaría, profesores de secundaria, el MIR, hacienda, Banco de España, etc… que son las cosas que estudian los superhombres y las supermujeres.

Así que, unos días de relax sin remordimientos, para poder dar el último tirón en septiembre.