Sigo dándole vueltas a la cuestión del nombre. Y es que cuando me pongo pesadito…

La otra opción que barajo como nombre, es Jesús. En otra vida, había pensado llamar Jesús a uno de mis hijos varones, en caso de tenerlos. La verdad es que nunca me imaginé de verdad gestando y pariendo a nadie, si no que era más bien una de las obligaciones asociadas a mi condición. Ahora lo tengo más que claro: no voy a parir a los hijos de nadie. Me niego. Inlcuso a pesar del ejemplo de Thomas Beatie (no se si he escrito bien el apellido). Así que mis posibilidades de tener hijos biológicos quedan reducidas a cero.

Podría ocurrir que termine casándome con una mujer que esté dispuesta a pasar por el proceso de inseminación in vitro con tal de gestar y parir sus propios hijos en aras de cumplir con un impulso reproductor que ni comparto ni comprendo, eso que llaman «institno maternal». Pero supongo que en mi situación lo más normal ser  que acabe adoptando alguna criatura, y en esos casos, además de gestada, parida, y un tanto crecidita (esas noches sin dormir que te ahorras, sin hablar del odioso cambio de pañales), te la suelen dar con el nombre ya puesto. Así que mejor me voy olvidando de ponerle Jesús de nombre a nadie que no sea a mí mismo.

La idea de ponerle a alguien Jesús, no es por mi devoción hacia el supuesto hijo de Dios, según la doctrina Cristiana, si no porque mis dos abuelos se llamaban Jesús. Y ambos fueron peculiares y admirables a su manera. Sería un honor llamarme como ellos, en su recuerdo.

Después hay opcciones menos firmes, y ya entramos en el terreno de la broma. Por ejemplo, si quisiera mantener la fecha de mi Onomástica, que resulta muy útil porque es justo siete días antes de mi cumpleaños, y sirve como recordatorio, podría elegir llamarme Agapito. El día de Santa Elena, también se celebra San Agapito. ­Menos mal que en el calendario que miraron mis padres no venía San Agapito, si no Santa Elena! Si me llegan a poner Agapita, me tiro por un puente.

Lo malo de Agapito es que es un nombre feo con avaricia, así que creo que puedo descartarlo. Podría usar los mismos par metros que usaron mis padres para ponerme nombre, pero esta vez con los datos correctos. Es decir, fecha de nacimiento, 25 de agosto, sexo varón. Es el día de San Bernardo.

Bernardo es un nombre que no est  mal, pero no puedo evitar que me evoque la imagen de un perro lanudo con un barrilito de whisky colgado al cuello. La verdad es que los perros San Bernardo son muy leales, valientes e incluso heroicos, así que no est  mal. Pero yo ya soy suficientemente perro sin necesidad de ese nombre.

Otras posibilidades… Aprovechando que soy friki, podría ponerme un nombre friki. Gary, en honor a Gary Gigax, uno de los padres del rol. Pero me gustan los nombres acabados en «o» (de ahí que Jesús esté el segundo en mi lista). Salvador, como el protagonista de mi primer libro. O Nadriorfin, que es el nombre de uno de mis personajes en el Neverwinters Night. Bien, creo que Nadriorfin queda descartado por ridículamente largo, y por exceso de uso.

Guillermo estaría también en la lista, muy, muy atrás, en honor al Almirante Bill Adama, de la serie «Galáctica». Paris, porque está relacionado con el nombre que me pusieron mis padres; recordemos que él fue quién inició la guerra de Troya a causa de su amor por Helena. Pero todo el mundo iba a pensar inmediatamente en Paris Hilton, así que ese también está descartado.

De momento, y hasta futuras consultas, creo que me quedo con Pablo. Espero que dentro de no mucho tiempo podré celebrar mi Onomástica el día correspondiente. El 29 de Junio, creo que es. Ahora que lo pienso, no se si coincide con el santo de mi madre… Sea como sea, está claro que seguiré pasando calor en el día de mi Onomástica. Que cruz.