Mauro Cabral es un activista trans e intersex, y con esto quiero decir que él es a la vez trans e intersex (sí, se puede, aunque el DSM diga que no).

Respecto a las operaciones de normalización a las que a menudo se somete a las personas intersex durante los primeros años o incluso meses y semanas de su vida, mucho antes de que tengan consciencia para decidir por si mismos, Mauro hace una advertencia, que viene a ser que las cirugías realizadas sobre las personas intersex les recuerdan cada día que sus cuerpos no eran lo suficientemente buenos para ser queridos tal y como eran originalmente.

Respecto a mis propias cirugías futuras… Tengo muy claro que quiero hacerme la mastectomía. Siempre he sentido mis pechos como un molesto añadido, con el que no sabía qué hacer (aunque descubrí que los escotes generosos son una buena baza a la hora de negociar con hombres), ni dónde guardarlo. Aunque estéticamente no me desagradan, me estorban a todas horas, y me parece que mientras los tenga, no voy a ser libre. Como si mis pechos me sometiesen a una servidumbre no deseada hacia ellos. Incluso me resulta difícil comprender como lo hacen las mujeres para convivir con sus pechos y soportar la vida con ellos.

La histerectomía es otra cuestión. Esta cirugía en lugar de librarme de una servidumbre, la provocaría, puesto que ya no podría elegir dejar de hormonarme. Pero ¿a quién quiero engañar? Ya soy psicológicamente adicto a la testosterona, y, como el fumador impenitente, yo soy adicto con alegría. Igual que la mayoría de los hombres, sólo que en su caso no necesitan comprarla en la farmacia.

El problema es que muchos hombres trans operados de histerectomía empiezan a desarrollar osteoporosis muy jóvenes. En el otro platillo de la balanza los médicos advierten que existe riesgo de desarrollar cáncer de ovarios. Ninguna de las dos opciones está muy investigada, pero los médicos recomiendan operarse.

Finalmente está el tema de los hijos. No descarto del todo un embarazo, pero preferiría adoptar, en caso de que algún día llegue a tener la estabilidad económica necesaria para tener hijos, que a este paso, va a ser que no. Siendo sincero conmigo mismo ¿de verdad sería capaz de dejar la testosterona y llevar adelante un embarazo con todo el que ello conlleva a nivel físico y hormonal?

Tener que decidir si me opero o no, es como intentar decidir qué dedo me corto.

¿Y la “reasignación de sexo”? Ya de entrada me siento muy incómodo con la palabra “reasignación”. Es como si los médicos y sólo los médicos tuviesen el poder (mágico, sobrenatural) de diagnosticar, redefinir y, en definitiva, distribuir o decidir (asignar) el sexo de todos los seres humanos. Pues no. ¡Mi sexo me lo asigno yo! ¡Faltaría más! Creo que la palabra reconstrucción es mucho más adecuada.

Las cirugías de reconstrucción sexual para hombres trans no suelen quedar muy bien, aunque últimamente la técnica está mejorando, y ya hay dos o tres buenos cirujanos  en el mundo que dejan satisfechos a sus pacientes.

No lo sé. Si tuviese la certeza de que el resultado va a ser bueno (con sensibilidad, funcionalidad, estéticamente aceptable)… ¿me operaría? ¿Pasaría con alegría por el duro proceso post operatorio? Seguramente sí. Pero ¿por qué? ¿Para agradar más a una posible pareja? ¿Para sentirme más seguro y definido en mis relaciones sexuales? Posiblemente estos serían mis principales motivos.

A diferencia de mis motivaciones hacia la mastectomía, que son internas, las motivaciones para la reconstrucción son externas. Las vería reflejadas en los ojos de los demás. Me sentiría bien al estar con otros.

Entonces es cuando recuerdo la advertencia de Mauro Cabral ¿No se convertiría ese cuerpo operado en un recordatorio de que yo, tal y como era, no era suficientemente bueno para ser querido? Es más ¿no será que ni siquiera me reconozco lo suficientemente bueno como para quererme yo mismo?

A veces, cuando estoy en ese lugar que se encuentra entre el sueño y la vigilia, cuando estoy sólo de verdad, siento que me gustaría arrancar sistemáticamente de mi cuerpo todo lo que pueda haber de femenino en él, empezando por los pechos, hasta terminar lavando célula a célula cada pequeño fragmento. Sin embargo, se que no lo necesito.